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Los colores desaparecen a más profundidad bajo el agua.

Los seres humanos, cuando hay poca iluminación, no distinguimos bien los colores, tanto por el funcionamiento de nuestro ojo como por la pérdida de energía lumínica.

La luz visible, la luz blanca, está compuesta realmente por siete colores que van desde el rojo al violeta. Cuando un rayo de luz se cruza con un objeto, algunas ondas son absorbidas mientras otras son reflejadas, y es entonces cuando el color asociado a esa onda que rebota, produce en nuestros ojos los colores y por ello decimos que el objeto en cuestión es de determinado color. Así que no, no depende del color con el que mires las cosas, sino de como rebotan las ondas en ese objeto y “entra por tus ojos”. 

Ahora bien, cuando la luz penetra en el agua, una parte es reflejada y otra sigue su camino. Esta luz experimenta una progresiva pérdida de energía, lo que se traduce en la pérdida de ciertas frecuencias de las ondas, empezando por las más bajas, que son el rojo y el naranja.


Esta es la razón por la que los colores se muestran más tenues cuanto mayor es la profundidad a la que nos encontramos y por qué las imágenes submarinas a gran profundidad muestran casi siempre tonos azules.

En el siguiente gráfico se puede ver que colores son visibles según que profundidad. Por ejemplo, a unos 20 metros bajo el mar, un hipotético mordisco del tiburón de Henry Méndez, haría que tu sangre que viese verde, o incluso azul. (Mira por dónde, bajo el mar todos somos de sangre azul 🤣)



Los verdaderos colores se pueden recuperar al iluminarlos con una fuente de luz artificial potente. Y si eres de esos frikis de la fotografía submarina, sabrías que puedes potenciar los colores de tus fotos utilizando filtros de colores (el celofán de toda la vida), con un cañón de luz que ni el de batman.

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